Una vez allí, detectaron que el problema venía causado por el mismo motivo que había tenido la anterior lesión en el abdomen: descompensación. ¿Y esto por qué? Por haber trabajado la fuerza de forma desigual, es decir, de nada sirven las pesas en un atleta si no se trabaja la zona abdominal y lumbar.
Tras el masaje, salí a soltar el viernes, pues mi intención seguía siendo competir el sábado: necesitaba sacarme la espinita del fin de semana anterior.
Tras 20 minutos de trote, finalicé con molestias en la espalda, pero no exageradas, por lo que decidí acudir a La Albericia al día siguiente.
Una vez allí, comencé mi calentamiento, el cual tuve que acabar a los 4 minutos de trote: mi espalda no me permitía correr y el dolor aumentaba a cada paso. Mis ganas me decían que tenía que, por lo menos, intentarlo, y realicé un progresivo (que tampoco pude acabar).
Necia de mí y en vez de irme, decidí esperar a la hora de la salida de la prueba en busca del milagro.
Una vez en carrera, estaba claro que mis dolores no iban a desaparecer, pero tenía demasiadas ganas de correr como para retirarme.
Estaba claro que las condiciones en las que salí a participar no iban a permitirme acercarme a los registros que indican mis entrenamientos, pero si buscar sensaciones: y así fue. Ha sido un magnífico test de cara al 5000ml que realizaré el próximo mes y un gran subidón moral tras el pequeño tropezón de la semana pasada.
Como se veía venir, terminé la prueba completamente coja, y mis dolores aumentaron ayer, por lo que hoy de nuevo acudí a mi fisio. La solución ha sido realizar punción seca en la zona afectada.
Tras este descanso de dos días, mañana intentaré retomar mis entrenamientos en la elíptica, rezando porque sea posible volver a salir a trotar de forma moderada a finales de esta semana.
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